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La vuelta al ‘cole’ un año después
Elisa, de 8 años, está eufórica. También un poco nerviosa. Este lunes volverá a asistir a clases presenciales en un colegio público del condado de Montgomery (Maryland, EE UU). La última vez que pisó un aula fue hace un año y, desde entonces, se ha aburrido, llorado y frustrado en ocasiones como consecuencia del sistema de enseñanza remota al que se vio forzada por la pandemia. A Elisa no le gusta mucho Zoom, pero la sed de socializar gana, así que, aunque sus clases online arrancaban a las 9.00, ella se conectaba media hora antes para conversar con sus amigos, que hacían lo propio. En los recreos, nadie se levantaba del asiento. Ella es uno de los millones de estudiantes que, de costa a costa en Estados Unidos, acarician esta semana la nueva normalidad desde el interior de un aula. Sin embargo, todavía hay decenas de ciudades que continúan con los centros educativos cerrados, mientras la brecha social se agudiza y la ansiedad de los menores aumenta.En Estados Unidos, el país más golpeado por el coronavirus, la reapertura de los colegios tiene tintes políticos y destaca por su lentitud en comparación con la mayoría de los países del otro lado del Atlántico. Los territorios republicanos han sido más flexibles que los demócratas en las pautas sanitarias que se deben cumplir para abrir las puertas de las aulas. Por eso hay Estados como Florida o Wyoming, donde las clases son presenciales de lunes a viernes desde hace meses, mientras que en Maryland o California, menos del 20% de los estudiantes pueden asistir a un centro educativo, según el portal de rastreo Burbio.La decisión sobre la reapertura de los colegios recae principalmente en las autoridades de los distritos y los centros educativos, quienes deben sopesar los riesgos de contagio si abren, y el impacto académico, económico y social, si no. Mientras, los sindicatos de profesores exigen garantías de seguridad y los padres presionan para acelerar el proceso 12 meses después del cierre. Prácticamente la mitad del alumnado va a clases toda la semana en EE UU, liderado por los alumnos más pequeños; una medida reforzada por las investigaciones científicas que demuestran que son los menos propensos a propagar el virus o a sufrir graves consecuencias si se contagian.“Me frustraba que los otros colegios reabrieran y el de Elisa no. Su curso pasó de 24 niños a 19 [la deserción en las escuelas públicas ha aumentado en varios distritos]… Era evidente cómo a ciertas familias les resultaba demasiado complejo”, explica Gabriela Hilliger, la madre de Elisa, quien considera que el personal educativo ha realizado una labor “titánica y heroica”, pero las autoridades locales aún no están a la altura. Para la vuelta a clase, los padres hicieron una colecta para comprar desinfectante y se resignaron a que nadie tome la temperatura a los alumnos en la entrada. Hilliger, que tiene un niño de tres años en una guardería privada, ve el contraste en la infraestructura y equipamiento con la escuela pública de su hija mayor. Los expertos en salud han alertado en reiteradas ocasiones de que las clases remotas perjudican desproporcionadamente a los niños de familias con pocos ingresos, a los alumnos con discapacidad y a las minorías.Efectos negativosEste sábado, a unas calles de la Casa Blanca, frente al Ayuntamiento de Washington, un grupo de padres y estudiantes se manifestaron para exigir la reapertura completa de las escuelas para el próximo trimestre académico, que arranca a finales de abril. Los colegios públicos de Washington reciben ahora solo al 20% del alumnado y puede que algunos no reabran por completo hasta septiembre. Los centros educativos deben seguir las pautas locales que limitan el aforo de las clases a 11 estudiantes y garantizar un metro y medio de distancia. Los manifestantes pidieron eliminar esas reglas, mientras el grupo de defensa de los derechos de los afroamericanos Black Lives Matter, apuntando a la desigualdad, ironizaba con que los hijos de estos manifestantes “deben tener un buen acceso a atención médica y a transporte”.María Vethencourt, psicóloga de la fundación Ayuda, dedicada a prestar servicios a inmigrantes con escasos recursos, explica que en las comunidades más necesitadas, los centros educativos son el espacio que tienen los niños para contar sus problemas o donde los educadores detectan problemas como el abuso infantil. “En la pantalla [los profesores] no pueden ver eso, no existe ese sistema de apoyo”, comenta por teléfono. Entre sus clientes, ve cómo muchos han tenido que renunciar a sus trabajos para cuidar a sus hijos o han sido despedidos como consecuencia de la crisis. En otros casos, dejan a los niños a cargo de sus hermanos mayores. “Emocionalmente, esto puede haber limitado el desarrollo de la destreza social y supuso un freno para el aprendizaje académico. Hay niños que han perdido oportunidades”, sostiene la especialista.Desde el punto de vista sanitario, también hay un problema. Las visitas a urgencias relacionadas con la salud mental de adolescentes de entre 12 y 17 años aumentó un 31% entre marzo y octubre de 2020, en comparación con el mismo periodo del año anterior, según el Centro de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Los estudios arrojan mayores tasas de depresión y ansiedad. Según una encuesta de este órgano asesor sanitario, el 25,5% de los jóvenes entre los 18 y los 24 años aseguró que había considerado seriamente suicidarse en el último mes. El porcentaje fue mayor que el del personal sanitario de primera línea, los cuidadores de adultos mayores no remunerados o los reponedores de los supermercados afroamericanos y latinos.En medio de este difícil panorama para la gran mayoría de familias con hijos, el CDC publicó a mediados de febrero las pautas para que las escuelas, desde educación infantil hasta el instituto, recibieran nuevamente a los estudiantes. “Los colegios deben ser los últimos en cerrar después de que se hayan empleado todas las demás medidas de mitigación en la comunidad, y los primeros en reabrir”, apuntó el órgano asesor. El documento indica que vacunar a los profesores debe ser una prioridad, pero no un requisito para la reapertura. Algunos sindicatos de maestros, descontentos con la guía del CDC, exigen medidas de seguridad en relación a la calidad del aire dentro de los colegios.Los Ángeles sigue educando onlineLos tres distritos educativos más grandes del país permiten tomar el pulso a los avances. Nueva York, con más de un millón de alumnos, recibe este lunes por primera vez a los estudiantes de secundaria, que se unen a los de primaria. La mitad de los 488 institutos tendrán a todo el alumnado cinco días a la semana. Los Ángeles, con más de 600.000 estudiantes, continúa en gran parte con el sistema virtual debido a los picos de contagios en California. El pasado miércoles, las autoridades anunciaron que, si vacunan a los maestros y bajan los casos, los menores podrán volver a mediados de abril. Y Chicago, tras tensas negociaciones entre la ciudad y el sindicato de maestros —amenazaron con ir a la huelga—, reabrieron en febrero. Si bien los alumnos más pequeños ya pueden ir a clase, los de secundaria todavía no tienen fecha de retorno.El presidente Joe Biden puso como objetivo que la mayoría de los centros educativos estuviesen abiertos en sus primeros 100 días de mandato, que inició el 20 de enero. El jueves atravesó el ecuador de ese calendario y el panorama general deja serias dudas sobre el cumplimiento del objetivo. Además, la Casa Blanca ha enviado mensajes confusos respecto a lo que considera una escuela “abierta” —puede ser unas horas, algunos días o toda semana—, por lo que el éxito dependerá de qué límite se elija. El mandatario demócrata confía en que su plan de rescate, promulgado el jueves, agilizará el proceso y permitirá equilibrar la balanza entre las escuelas privadas y las públicas. Los colegios recibirán 130.000 millones de dólares (109.000 millones de euros) destinados al plan de reapertura segura, que incluye la compra de equipos de protección, actualizaciones de los sistemas de ventilación y personal médico.