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Mónica García, la candidata de Más Madrid que le ha dicho no a Pablo Iglesias

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Mónica García, la candidata de Más Madrid que le ha dicho no a Pablo Iglesias

Un día antes del último debate sobre el estado de la Comunidad de Madrid, Mónica García estaba de paseo con sus tres hijos por el parque de El Retiro. Una desconexión que suele hacer a diario y que, según su entorno más cercano, le sirve para despejarse y repasar la agenda del día siguiente junto a su jefa de gabinete. Aquella tarde de septiembre, la reciente candidata de Más Madrid a la presidencia de la región vio entre los árboles a Isabel Díaz Ayuso y al viceconsejero de Sanidad, Antonio Zapatero. La presidenta madrileña acudió al banco donde estaba nada más verla:— ¡No me des mucha caña mañana en el debate, Mónica!Fue una conversación distendida, pero reflejaba la imagen de la legislatura. García, de 46 años, ha sido la diputada más detestada por los populares durante este corto año y medio de mandato de coalición entre PP y Ciudadanos. Su figura política se ha potenciado de golpe. La pandemia, sin duda, la ha aupado como uno de los mazos más fuertes contra Ayuso en la Asamblea de Madrid. Hija de dos madrileños psiquiatras de izquierdas, tuvo muy claro desde el principio que quería estudiar Medicina. “Mis padres no me influyeron mucho en la decisión y, si lo hicieron, fue en el subconsciente”, suele contar con cierta sorna a su núcleo más cercano.García siempre quiso ser traumatóloga, pero fue en las prácticas donde se dio cuenta de que a ella lo que le gustaba era hurgar en el mundo del dolor. Anestesista, se graduó en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense en la década de los 90. Su primera bata blanca se la dieron en el Hospital 12 de octubre, uno de los buques insignias de la sanidad pública madrileña. 21 años después, compagina la política con las jornadas en el hospital.Desconocida por aquel entonces, su imagen se compartió de golpe entre los sanitarios cuando ejerció de portavoz en la Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid durante los años de hierro de Esperanza Aguirre. Fue una de las voces blancas en mitad de la tormenta. El 31 de octubre de 2012, el PP de Ignacio González anunciaba de sopetón la privatización de seis hospitales públicos. De la noche a la mañana, pasarían a ser gestionados por empresas. El cerebro de aquella operación fue Javier Fernández-Lasquetty, consejero de Sanidad en aquella época y ahora hombre de la cartera de Hacienda en el Gobierno de Ayuso.Los sanitarios lograron frenar esta maniobra con marchas en todas las calles y frente a los hospitales. Fue una movilización sin precedentes durante dos años. En primera fila siempre estaba García, que comenzaba a ganar visibilidad pública y que no dudaba en asistir a platós de televisión para responder a Aguirre y a González. “El servicio público debe ser gestionado por la empresa privada porque es más eficaz que la pública”, dijo Aguirre un domingo de 2014 en La Sexta. Siete días después, García respondía así en la misma silla que estuvo sentada la expresidenta: “No existe ninguna evidencia. Ahora bien, la gestión pública debe gestionarse bien, basándose en criterios independientes y científicos. El problema es que los objetivos de nuestros gestores no son los pacientes, son los votantes. Por eso hacemos los hospitales que no necesitamos y no llevamos el dinero donde hay que llevarlo”. La justicia dio la razón a los sanitarios. Lasquetty dimitió en 2014. García, al oírlo, dio el paso. Cogió las llaves de la puerta de la política.Embarazada de su primera hija, comenzó a reunirse con algunos grandes nombres de Podemos en Madrid. Las elecciones autonómicas de mayo de 2015 estaban a la vuelta de la esquina. José Manuel López, candidato a presidir la Comunidad por el partido, recuerda ahora por teléfono cómo convenció a García para que fuera en su candidatura:― Ha llegado la hora, Mónica. Tienes que entrar.La anestesista fue colocada en el número 22 de la lista. Podemos logró entonces 27 escaños y más de medio millón de votos. “Me costó convencerla, pero tenía que estar sí o sí porque era inmensamente trabajadora en los círculos”, recuerda López, alejado ya de la política desde 2016. “Hay parlamentarios que hablan muy bien, pero hay otros que bucean entre papeles. Mónica es de estos”, recuerda otro diputado de aquella época. Al poco de entrar en la Asamblea, el grupo vio en ella un ascenso fulgurante.Apasionada del deporte, durante sus años de juventud practicó atletismo. Compitió en 100 metros vallas, donde llego a las semifinales de los campeonatos de España. Más tarde, recuerdan en su familia, le dio por el esquí, donde conoció a Blanca Fernández Ochoa. En 2019, con el surgimiento de Más País tras la escisión de Podemos, Íñigo Errejón quiso contar con ella desde el primer momento. “Hay que recordar que corría peligro en las listas a la candidatura de Unidas Podemos a la Comunidad”, cuenta por teléfono el propio Errejón. “Sabíamos que era una figura en ascenso y por eso también fue de número cinco en la candidatura de Más País a nivel nacional”.“Es una gran médica y muy combativa, pero nunca le perdonaré que se abstuviera en la ley de salud bucodental”, opina el portavoz de Sanidad del PSOE en la Asamblea, José Manuel Freire. “Mónica es una antigua compañera a la que respetamos y con la que esperamos poder entendernos después de las elecciones”, decían este martes fuentes de Podemos. En los corrillos del PP se dirigen a ella como “la pistolera” por un gesto que hizo con el dedo a Lasquetty durante una sesión de control en el Parlamento madrileño. Hace unos meses, los populares pidieron su dimisión por haber cobrado como diputada cuando estaba de baja como anestesista en el Hospital 12 de octubre, hecho que la propia García había advertido antes a la Asamblea para que se subsanara. “Mónica tiene un problema de actitud”, cuenta un diputado de Ciudadanos. “No sabe distinguir entre el debate político y la confrontación personal. Piensa que todo se divide en trincheras y eso hace que no dialogue y queme los puentes de forma radical”.Con la pandemia, Más Madrid supo explotar de lleno en redes sociales sus intervenciones en las comisiones de Sanidad. Un golpe de efecto que la ha catapultado hasta el número uno de la lista en una candidatura de izquierdas seis años después de entrar en política. “La gente asume los problemas cuando le son propios, no cuando le son ajenos”, observaba durante una entrevista con este diario el pasado noviembre. “Los sanitarios empatizamos. Tenemos un sustrato de sociedad individualista en el que no empatizamos con nuestro yo dentro de unos años, que son nuestros mayores”.Tras el movimiento del lunes de Pablo Iglesias, algunos miembros de Unidas Podemos creyeron que García cedería y que Más Madrid se uniría en una lista conjunta para las elecciones a la Comunidad. García, sin embargo, le contestó ayer con un último golpe: “Las mujeres estamos cansadas de hacer el trabajo sucio para que en los momentos históricos nos pidan que nos apartemos”. En su despacho austero de la primera planta de la Asamblea donde tomó esta decisión tiene un mapa de su próximo objetivo: la Comunidad.


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